Las calles del centro de la ciudad aún están tranquilas, son aproximadamente las ocho de la mañana y los mendigos son pan de cada día, éstos ignorados por la sociedad van en busca de un refugio ¿Dónde está Dios? con esa pregunta, la imagen de la iglesia San Agustín se hace más clara, pero el claxon de los carros perturba la contemplación de tal majestuosidad.
Las generaciones pasadas disfrutaron de cultos y no se puede dejar pasar la oportunidad de conocer la herencia material y espiritual.
La Iglesia San Agustín de Trujillo es una herencia que dejó el grupo religioso “Los Agustinos”, quienes llenos de fe fundaron el convento en 1558.
La portada de la iglesia es la más fina, su altar mayor es un exquisito estilo barroco. Lo que más destaca son los murales que representan a los apóstoles. La iglesia San Agustín es considerada la mejor pieza religiosa del arte trujillano del siglo XVIII.
Quién diría que aún existía fe. Cada vez llegan más personas, una tras otra ingresan a la iglesia, los vendedores ambulantes pretenden hacer su agosto y los mendigos suplican por una moneda.
La Iglesia San Agustín de Trujillo es una herencia que dejó el grupo religioso “Los Agustinos”, quienes llenos de fe fundaron el convento en 1558.
La portada de la iglesia es la más fina, su altar mayor es un exquisito estilo barroco. Lo que más destaca son los murales que representan a los apóstoles. La iglesia San Agustín es considerada la mejor pieza religiosa del arte trujillano del siglo XVIII.
Quién diría que aún existía fe. Cada vez llegan más personas, una tras otra ingresan a la iglesia, los vendedores ambulantes pretenden hacer su agosto y los mendigos suplican por una moneda.
¿Cómo no apoyarlos si están acudiendo a la casa de Dios?, no pueden contradecirse, así que se desprenden de sus monedas. “Que Dios te bendiga hermano”, es la frase con la que el mendigo agradece a tan misericordioso personaje.
Los primeros benefactores del Convento fueron el capitán Juan de Sandoval y Florencia de Valverde. Ellos, con sus corazones solidarios y desinteresados, cumplieron esta labor y la obra fue concluida en 1603. Dedicando cada minuto de su existencia a esta misión.
Los terremotos de los años 1619, 1759 y 1770 destruyeron gran parte de la Iglesia y también los corazones de sus fieles seguidores, pero inmediatamente fueron reconstruidos con fe, voluntad y esfuerzo.
La religión y la representación de ésta, es, sin duda, sinónimo de paz y tranquilidad, pero, ¿Qué pasa cuando esa tranquilidad es perturbada?, no es acaso que éste debería ser un lugar donde las personas puedan encontrarse a sí mismas y fusionarse con Dios.
Iglesia San Agustín perturbada por el caos vehicular, mendicidad y vendedores ambulantes
En las intersecciones de Bolívar y Orbegoso el caos vehicular es insoportable, los vendedores ambulantes han hecho de las afueras de la iglesia un centro de lucro y los mendigos aprovechan la fe cristiana para tener sus ganancias.
Es aún más sorprendente, que la policía no haga nada al respecto, y que sólo un semáforo soporte este caos. El orden con respecto al comercio ambulatorio parece que ya se les olvido a las autoridades.
Ante esto el Párroco de la Iglesia San Agustín, José Luis Álvarez, comentó que en más de una oportunidad se solicitó a las autoridades que hagan algo con el orden y el caos vehicular en las afueras de la iglesia, pero que parece no importarles, porque no hacen nada.
El sol empieza a calentar, las puertas de la Iglesia están abiertas. Antes de entrar, las personas se detienen por unos minutos ante la imagen de los santos ubicados al lado derecho de la entrada. Unos miran la imagen fijamente sin mover los labios, pero con una expresión de tener el corazón acongojado y humillado que pronuncia mil palabras por segundo. Otros en cambio, inclinan sus rostros, cierran sus ojos y mueven los labios, entrando en comunión con Dios. Luego de una breve oración colocan sus limosnas.
“Está mal que las autoridades no hagan nada con todo este caos que se presenta en las puertas de una de las iglesias más representativas de nuestro Trujillo, si bien es cierto que la fe puede mucho más, pero deberían tomarse un tiempo para que el refugio de tantas personas que van en busca de Dios, sea un ambiente tranquilo”, dijo una de las fieles de la iglesia San Agustín, Dora Gaspar Dávalos.
Es irónico que la iglesia que lleva el nombre del Obispo de Hopina, San Agustín, a quien se le considera el gran doctor de la iglesia occidental y uno de los cuatro grandes fundadores de las órdenes religiosas del mundo no sea signo de paz en la alabanza a Dios.
“Las actuaciones que se hacen en la Plaza de Armas también es un gran distractor para nuestros fieles, que concentrados en sus oraciones son interrumpidos, esto es lo que tenemos que pasar por estar en el centro de la ciudad”, sentenció el párroco Álvarez.
En menos de cinco minutos el laberinto por una manifestación en la Plaza se dejó escuchar hasta la iglesia.
El sol cada vez es más sofocante y estresante, un pobre anciano es víctima del amigo de lo ajeno en plena vía pública, este personaje no dio tiempo para que ninguna de las personas presentes pudiera hacer algo para ayudar al desprotegido anciano, quién con la mirada perdida entra a la iglesia, mientras algunas personas lo quedan mirando con lástima.
¿Qué pasa con el orden y la seguridad en la ciudad? ésta es una de las interrogantes que tiene más de una persona, es acaso que tantos hombrecitos vestidos de azul están por las puras en las calles trujillanas.
Poco a poco todo se va deteriorando y es momento de detenerse a pensar que se está haciendo con las herencias culturales y religiosas. La cultura heredada por nuestros antepasados debe seguir conservándose no sólo en su buen cuidado de la infraestructura sino en la fe de sus fieles.
Todo está más tranquilo, el ambiente de la iglesia es cálido, es como estar en casa, cobijado en los brazos de la madre.
El grito de un niño es signo de que ya le están bautizando, las fotos no se hacen esperar. El tumulto cada vez es más grande, a estas familias le acompañan otras personas que arrodilladas en las bancas de madera rezan, parece que nada puede interrumpirles.
El sonido del claxon de los carros está disminuyendo, ya es casi el medio día, es hora de comer, todo está más tranquilo.
En la entrada de la iglesia un mendigo grita pidiendo a Dios misericordia, dos señoras se apiadan de él y le dan algo de comer, ahora el hombre parece más tranquilo, como dicen “barriga llena, corazón contento”.
La iglesia Católica aún está de pie, a pesar de la incorporación de muchas iglesias en el nuevo mundo, la fe de los cristianos está en aumento, ya que se retomó aquella parte que antes se había dejado de lado, en el olvido.
La Iglesia San Agustín es y seguirá siendo un tesoro para valorar y en el que todos forman parte.
“La fe mueve montañas”, las mueve pero con más facilidad sino hay un caos frente a ella.
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